La reciente aparición de un complejo de enfermedades transmitidas por la chicharrita del maíz ha generado importantes daños fisiológicos y pérdidas de rendimiento en la principal zona productora de maíz en Argentina. Frente a esta situación, los especialistas del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) brindaron una serie de recomendaciones claves para maximizar el aprovechamiento del cereal como recurso forrajero y minimizar las pérdidas económicas en el sector agrícola. 

Estas directrices abordan aspectos cruciales como la evaluación del destino del grano, la regulación de la maquinaria cosechadora y las opciones de alimentación animal.

Cabe destacar que el complejo de enfermedades transmitidas por la chicharrita del maíz afectó gravemente la fisiología de las plantas y provocó una reducción significativa del rendimiento del cultivo. 

Las infecciones tempranas, especialmente en maíces de fecha de siembra tardía, alteraron la morfología de las plantas y ocasionaron pérdidas casi totales de rendimiento del grano. Ante esta situación, el destino final de los lotes afectados se ha vuelto incierto, planteando desafíos significativos para los productores agrícolas.

Recomendaciones del INTA

Fernando Scaramuzza –coordinador del Proyecto Agricultura de Precisión y Mecanización Agrícola del INTA– señaló que, ante la presencia de un lote afectado, se recomienda caracterizar el tipo de daño y cuantificarlo para evaluar la necesidad de configurar la cosechadora de manera que realice un trabajo diferencial. 

“Principalmente se deberá trabajar sobre la regulación del cabezal recolector para llevar al mínimo las pérdidas que se ocasionan por desgrane y desuniformidad de espigas, pero también por vuelco de plantas y diferentes tamaños entre ellas, recordando como positivo que estamos trabajando con cabezales de perfil chato”, explicó.

El daño causado por la enfermedad transmitida por la chicharrita del maíz se manifiesta de diversas formas, desde el acortamiento de los entrenudos hasta la disminución del tamaño de las espigas. La presencia de sintomatología como el achaparramiento de las plantas y la aparición de espigas con morfologías anómalas dificulta la operación de la maquinaria cosechadora y aumenta las pérdidas de rendimiento. Es esencial evaluar con precisión el grado de daño y tomar medidas adecuadas para minimizar las pérdidas durante la cosecha.

Aspectos técnicos de la cosecha

Los especialistas del INTA hacen hincapié en la importancia de regular adecuadamente la maquinaria cosechadora para reducir las pérdidas durante la trilla y la separación del grano. Se recomienda trabajar sobre la regulación del cabezal recolector y ajustar la velocidad de los rolos y la velocidad de avance de la cosechadora. Además, se deben considerar aspectos específicos de la trilla transversal y la trilla axial para garantizar una cosecha eficiente y minimizar las pérdidas.

Diego Villarroel –especialista en agricultura de precisión del INTA Manfredi, Córdoba– indicó que las características y regulaciones de un sistema de trilla transversal (convencional) recomiendan que el cilindro de trilla maicero debe contar con barras de trilla con estrías gruesas (maiceras) y con los espacios inter-barras forrados con las chapas compresoras de espigas. “Este forrado permite el mayor tratamiento de las espigas de tamaño variable, disminuyendo las pérdidas de trozos de marlos con granos por cola”, indicó.

Estrategias para la alimentación animal

Ante la presencia de maíz afectado por la enfermedad, es importante evaluar las opciones de alimentación animal. Si el cultivo presenta síntomas generalizados de la enfermedad, se puede utilizar para pastoreo o para la producción de rollos de forraje. 

Alejandro Radrizzani –especialista y coordinador del Programa Forrajes, Pasturas y Pastizales del INTA– señaló que “es importante tener en cuenta que cuando la planta tiene síntomas de la enfermedad, detiene su crecimiento”. “Si estos síntomas son generalizados en el lote (alta incidencia) el cultivo, desde ese momento, sólo pierde calidad de hojas y tallo y el grano no continúa en etapa de llenado por escasa disponibilidad de movilización de nutrientes desde las hojas a la espiga”, detalló.

Radrizzani pone el foco en la observación y el monitoreo permanente del daño en el cultivo para evaluar qué destino conviene darle. “Si el daño ocurre en etapas tempranas, se observará mucho material seco y sin panojas, en cuyo caso convendrá utilizarlo lo antes posible para no seguir perdiendo forraje verde, ya sea con pastoreo o haciendo rollos”.

En cambio, si el daño ocurre en etapas intermedias, se puede optar por ensilar el material verde, aunque es clave garantizar la calidad adecuada del silo mediante el uso de inoculantes y aditivos. En etapas avanzadas, se debe evaluar la conveniencia de hacer silo o dejar el cultivo para la cosecha de grano, teniendo en cuenta el costo-beneficio de cada opción según la recomendación del INTA.